En todas las ciudades del mundo surgen diversas problemáticas que impiden el desarrollo social de las mismas. Las personas en busca del interés individual, afectan el progreso del interés común.
Un gran ejemplo de estas situaciones hace referencia a la falta de higiene en la vía pública. En la ciudad de Corrientes se puede apreciar claramente la mala costumbre de arrojar los residuos en las calles y veredas.
Es un hecho que estos individuos tomaron el mal hábito de desentenderse de la basura de manera incorrecta y, que además, colocaron en segundo plano al cuidado racional de los sitios públicos. Envoltorios de alimentos, botellas plásticas, papeles, trozos de vidrios, colillas de cigarrillos, entre otros se hacen presentes en cualquier rincón de la ciudad.
Esto lleva a que se generen olores desagradables, una ciudad carente de pulcritud y con mal aspecto no solo para con los habitantes de la ciudad sino también para con los turistas.
Escuchando a algunos compañeros, rescatamos frases como: -¿Para qué molestarse en tirar los papales en el cesto si veo basura por todos lados?, ¿Qué diferencia existe en que haya una botella mas o una menos tirada en la calle?, -Como no encontré un cesto, tuve que tirar el envoltorio en la vereda, y muchos más.
Como se puede observar, es más factible que la mayoría de las personas prioricen sus tiempos o accionares para su bienestar, dejando a un lado el bienestar de la sociedad. Paralelamente, a ninguna de estas les agrada ver docenas de papeles en cada cuadra que pasa, ni tener que esquivar restos de alimentos o peor aún, excrementos de perros. Esto resulta ser una gran contradicción ya que cada una de ellas es responsable y consciente de sus actos, pero muchos de estos actos retrasan al progreso de su ciudad, afectando así a toda una comunidad en la que están incluidos.
La comodidad, las malas costumbres y las actitudes egoístas que toman las personas conforman un círculo interminable. Pero, ¿Cuál es la salida? La solución está en cada uno de nosotros y en la predisposición de hacer y ocuparse. Aunque parezca irrelevante, un solo papel que sea depositado en el cesto, ya es un papel menos que no ensucia las calles. Si las personas tomaran esa actitud, la situación cambiaría paulatinamente.
En síntesis, cada persona es capaz de determinar sus propias necesidades y poder satisfacerlas. Y además, posee la habilidad de poder reflexionar un instante acerca de las necesidades comunes y de su pequeño o gran accionar en la vida en comunidad que, al fin y al cabo también contribuye al bienestar de todos.
Escobar, Agustina
García Romberg, Lara